Los viajes de fin de curso se convierten en toda una experiencia de vida para los jóvenes que disfrutan de este tipo de escapadas. Suelen poner el punto y final a una etapa formativa y sirven para celebrar que se han concluido con éxito los estudios correspondientes. En el instituto o en la universidad, son viajes inolvidables en los que los chavales conocen nuevos lugares y disfrutan de la compañía de sus amigos y de la diversión compartida.
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Estos viajes de fin de curso consiguen que los jóvenes se muestren naturales y entren en contacto con sus compañeros y profesores que los acompañan de una forma totalmente diferente a cómo lo hacen en las clases. Estar al aire libre y realizar otras actividades diferentes y variadas logra que los chicos y chicas sean más reales, más auténticos. De hecho, esta experiencia puede servir para acercar posturas entre alumnos y profesores y que ambos puedan conocerse mucho mejor.
El aprendizaje está asegurado. Quizá sea la primera vez que estos jóvenes salen de sus casas durante tanto tiempo. Emprenden una rutina diferente y deben aprender a convivir con las demás personas que viajan con ellos.
Más beneficios de los viajes de fin de curso
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Los viajes de fin de curso son adecuados para el desarrollo de los jóvenes ya que se convierten en algo pedagógico, aunque parezca que es simplemente lúdico, con lo que pueden completar su formación lejos de las aulas en un ambiente disentido. Podrán conocer culturas diferentes y sitios distintos que enriquecerán mucho esta vivencia.
Los alumnos pueden, y de hecho participan en la organización de estos viajes desde el comienzo. Lo hacen primero contribuyendo a buscar financiación en diferentes maneras, con sorteos, rastrillos, venta de productos… Aprenderán también a gestionar los presupuestos disponibles y a tomar decisiones sobre qué es lo mejor para el grupo. Esto fomenta su iniciativa y su sensación de pertenencia, deberán asumir responsabilidades y enfrentarse a situaciones organizativas y de gestión nuevas para ellos.
Nuevas culturas, nuevos idiomas, sitios por descubrir… Sin duda los viajes de fin de curso son una experiencia por la que los estudiantes deben pasar en algún momento de su vida. Es la recompensa a una formación bien realizada que culmina con este “premio” que les permitirá conocer lugares que nunca han visitado, otros países y formas de vivir. Aprenderán a ser más tolerantes y abrirán su mente de una forma increíble.