Los campamentos de verano suponen todo un reto para los niños miedosos. Pueden ni siquiera intentarlo, o los padres no querer hacer pasar por eso al chaval, pero si se decide enviar a un niño a un campamento de verano para que, precisamente, supere sus miedos, puede ser una terapia excelente para ello.
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No es nada fácil. Los niños miedosos no lo pasan bien en los campamentos de verano. Al menos no al principio. Existen miedos comunes y otros más específicos, y seguramente todos se darán cita en el campamento.
Los ruidos, la oscuridad, el frío, los bichos, una lluvia torrencial de repente, un juego de madrugada, dormir al aire libre, sobrevivir en la montaña… Puede no ser sencillo hasta para un adulto, así que imaginad si un niño tiene miedo a la oscuridad, o cómo podrá llevar estar durmiendo en una tienda de campaña escuchando ruidos no identificados a su alrededor.
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Los niños pueden sentir angustia a la hora de enfrentarse a un campamento de verano, porque quizá sea la primera vez que duerma fuera de casa, y con toda seguridad será la primera vez que afronte situaciones que se dan en un campamento de verano, sobre todo si éste tiene lugar en la montaña. El miedo a lo desconocido puede ser mayor que las ganas de pasarlo bien y es ahí donde entra el espíritu de superación de cada niño, por decisión propia o por supervivencia si no les queda otro remedio. Los padres deberán hablar con ellos previamente para entre todos buscar una solución y aconsejar a sus hijos sobre cómo actuar durante estos días. Si el niño está bien informado de todo quizá afronte mejor la estancia, si elegimos un campamento que de verdad se ajuste a sus gustos con actividades que sabemos le encantan… Así podemos asegurar que al menos sentirá ciertas ganas de ir que pueden ganar a sus miedos. Hay que tener paciencia y no imponer, pero sí conocer qué beneficios podrá tener que asista al campamento para que aprenda a superar sus miedos. Los niños miedosos pueden hasta tener síntomas físicos durante los campamentos de verano como náuseas, ganas de llorar, dolor de cabeza… Una vez comience a adaptarse al día a día, reconozca y conozca el terreno y la zona y a sus compañeros de aventuras, seguro que el miedo va desapareciendo y va dejando paso a la diversión.