Miedo a la oscuridad, una buena terapia de choque

miedo a la oscuridad

Recuerdo que cuando era pequeña e iba de campamentos de verano el miedo a la oscuridad era uno de mis grandes caballos de batalla. No tenía tanto en casa, pero una vez ahí, lo de estar acampados en medio del monte, dormir al raso, que te sacaban del saco para cualquier cosa en medio de la noche, en fin, sabéis cómo funciona ¿verdad?
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Hoy vamos a hablar de pequeños consejos para superar ese miedo a la oscuridad, importantes para ponerlos en práctica antes de ir al campamento de verano para así, aunque igual no estén plenamente superados, no causen muchos disgustos al niño.

 

Los expertos dicen que el miedo a la oscuridad es normal en el desarrollo de los chavales, así que no hay que alarmarse, sino todo lo contrario, ayudar al niño a que lo supere y no vaya a más. Una investigación de la Universidad de Miguel Hernández de Elche y la de Murcia asegura que es un temor habitual que se suele manifestar desde los tres o cuatro años y suele alargarse hasta los nueve, aunque como siempre habrá niños para todo, nada miedosos, o más miedosos con más edad. Si no se consigue superar a tiempo, puede derivar en una fobia.

¿Qué podemos hacer para ayudar a combatir el miedo a la oscuridad?

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Por ejemplo, a través de juegos que puedan hacer que el niño se vende los ojos (tipo cucaña, gallinita ciega, etc.) o contar cuentos sin luz, o jugar a reconocer objetos a oscuras…. Se trata de que el niño comprenda que no hay nada de malo y que incluso puede divertirse.

Se puede, además, dejar una luz encendida, pero muy tenue. Que no ilumine demasiado pero ayude a crear claridad en la habitación. Los expertos también aconsejan que, si el niño se despierta por la noche por ejemplo con miedo, los padres acudan a calmarlo pero sin encender las luces de su habitación.

Asimismo, para superar el miedo a la oscuridad se pueden crear rutinas que lo relajen, por ejemplo, sabiendo transmitirle que ir a la cama y apagar la luz es el resultado final de una serie de acontecimientos buenos, un baño, una cena, un vaso de leche, un cuento. Dormir con un peluche o algo que de seguridad al niño también puede ayudarle. A otros les tranquiliza el hecho de los padres le arropen, le lean un cuento, hablen con ellos antes de dormir…

Para que el niño supere su miedo a la oscuridad debemos evitar que se exponga a situaciones que lo aumenten o lo distorsionen, evitaremos que vea películas de miedo, por ejemplo, y sobre todo nunca se ha de menospreciar lo que nos está expresando, ni forzarle a que lo supere “por las buenas o por las malas” con amenazas de castigos.

Los campamentos de verano son una gran terapia para afrontar este miedo a la oscuridad, aunque si no hemos contribuido a ello previamente quizá el niño sufra demasiado durante esos días o, simplemente, no le quede más remedio que aprender llevarlo lo mejor posible por pura supervivencia.

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