Desde luego, todos los que hemos acudido a un campamento durante nuestra infancia sabemos que hay un millón de momentos dignos de ser recordados en el futuro… Y es que suelen darse multitud de situaciones imposibles de olvidar, bien por ser divertidas o todo lo contrario. Unas veces, tras lidiar una batalla incluso con el miedo; otras, una lucha encarnizada con el apego cuando se trata de las primeras veces que debemos enfrentarnos a una separación larga con respecto a nuestros padres. Sobre todo al abrigo de la noche, cuando uno necesita más ese manto cálido e invisible de protección. ¡Mamá dónde estás! XD
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Más allá de la experiencia de superación y la conquista de cierta independencia y autonomía, además de que debemos saber bien cómo hacer amigos para que todo fluya mejor, los campamentos son lugares de esparcimiento en los que hay que olvidarse de lo que conocemos como rutina. De repente, todo es diferente. Y en algunos, hasta cosas tan básicas como el aseo diario se convierten en arduas tareas. Véase por ejemplo el campamento de verano que trata de instruir a los más pequeños en el arte de la supervivencia al aire libre. Y así, un baño relajante al calor del hogar se convierte en todo un sueño cuando hemos de hacerlo en un río rodeados de nuestros compañeros y compañeras… ¡Y este es solo un pequeño ejemplo! Recordemos qué más cosas pueden pasar dentro de la gran experiencia que garantizan los campamentos de verano.
Desde el desayuno hasta la nana del búho
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En algunos campamentos, las cosas hay que ganárselas. ¡Pero qué bien saben las cosas cuando nos las hemos merecido! Ordeñar vacas es otra de las actividades que se pueden realizar en algunos campamentos desarrollados en las conocidas granjas-escuelas. Lo más divertido, sin duda, es lo que sucede mientras aprendemos la técnica correcta… Otras actividades tienen que ver con los hornos y así, muchos aprendimos la auténtica receta del pan de verdad. ¡Los desayunos nunca nos han vuelto a saber igual!
Mantener la ropa limpia es otro reto junto con la higiene personal. ¡Y tanto que sí! ¿Os acordáis? Una vez más, el río era nuestro aliado y así descubrimos lo duro que era ir sin manchas en otros tiempos… Pero lo que más cuesta es dormir rodeados de naturaleza. Y es que los sonidos del monte son hermosos de día, pero aterradores de noche… Y si antes de echarnos al saco nos han contado alguna que otra historia de miedo, ¡sálvese quien pueda!